El 7.000 del fracaso |
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02/11/2011 |
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Ya hemos sobrepasado 7.000 millones de pobladores en la Tierra. Mucha gente y enorme problema a resolver, aunque siempre irresuelto. Las políticas de control demográfico son uno de los fracasos más apoteósicos de la humanidad. Nadie parece poder remediarlo. Algunos campos de refugiados son mayores que algunos países. En su afán prpagandístico, varios países se han disputado haber sido el nido o la incubadora del ciudadano 7.000 millones.
Africa, como síntoma y ejemplo. En Africa el falo es soberano y manda preñar a las hembras. A mayor número de hijos más prestigio tribal. Me contaba un médico cooperante que los jóvenes machos, en las aldeas surafricanas de Botswana, se vanaglorian de contagiar el SIDA al mayor número posible de chicas, porque de ello se deduce su virilidad. Las mujeres africanas quedan reducidas a una especie de centauro. Una mezcla entre mula y reproductora vivípara. No pintan nada. No tienen opinión. Se dejan hacer. Son vendidas y compradas. No tienen otro horizonte que la pasividad,con tal de poder echarse algo a la boca.
Es frecuente que el cura católico o el pastor protestante con destino en Africa obedezcan las consignas de su Estado Mayor, por si las moscas de la represalia. Así que no reparten condones entre sus feligreses porque “ello incitaría todavía más a la lujuria”. Abogan por la contención sexual. Esto en el continente más incontinente por antonomasia.
A las industrias de los países desarrollados les viene como anillo a dedo ese descontrol natalicio. En ellos el promedio de hijos por pareja es de uno o dos. En los países subdesarrollados no hay límite, mientras exista la posibilidad de hincar. Se dice que el hambre en el mundo es problema de mal reparto de bienes. La desigualdad es la lacra de fondo. Pero también el número es una herramienta fundamental de la ruina. En tiempos pasados, la explosión demográfica era llamada “la bomba atómica de los pobres”, y era temida por aquellos. Al día de hoy, el flujo de pateras con inmigrantes a bordo está desbordado. Aunque, una vez desembarcados en las playas de Europa, solo se deja pasar a los más aptos para la explotación. Sin embargo ha cambiado el estilo de selección. Ya no se les mira la dentadura como a los caballos.
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